
Miras tu muñeca. Llevas un Apple Watch, un Galaxy Watch o similar. Es una maravilla tecnológica, un ordenador diminuto capaz de hacer un electrocardiograma y de mostrarte vídeos de TikTok. Y a las ocho de la tarde, está muerto. Suplicando por su cargador. Es la jaula de oro de los smartwatches modernos: mil funciones que no usas a cambio de una autonomía de chiste.
Pues bien, Eric Migicovsky, el creador del Pebble original —el padre de todos los smartwatches modernos, cuya empresa fue comprada y desmantelada por Fitbit en 2016—, ha vuelto de su exilio para decir «basta ya de tonterías». Ha recuperado su marca y ha presentado el diseño final del Pebble Time 2, un reloj que nunca vio la luz y que hoy se presenta como una auténtica rebelión. Su arma secreta no es un procesador más potente, es una pantalla e-paper y una promesa casi olvidada en esta industria: hasta 30 días de batería.
La filosofía ‘anti-smartwatch’: menos es más
El propio Migicovsky lo deja claro: «He probado todos los que existen, pero ninguno lo hace por mí«. No está intentando construir un iPhone de muñeca. Está intentando construir un reloj inteligente que no sea una molestia. La clave de todo es su pantalla e-paper táctil de 1,5 pulgadas. No tiene los colores vibrantes de una OLED, no. Pero a cambio, está siempre encendida, se ve perfectamente a plena luz del sol y consume tan poca energía que permite esa demencial autonomía de un mes. Es la victoria de la funcionalidad sobre los fuegos artificiales.
El diseño rescata la estética de 2016 pero con materiales de 2025: una caja y botones de acero inoxidable de grado marino y un aspecto robusto pero elegante. No es un juguete de plástico. Y no creas que por ser simple es tonto. Incluye todo lo que de verdad se usa: monitor de ritmo cardíaco, seguimiento de pasos y sueño, altavoz, un potente sistema de vibración, retroiluminación LED RGB y, por supuesto, notificaciones. Todo lo que necesitas, y nada de lo que no. Y todo por un precio anunciado de 225 dólares, que lo pone a competir con la gama media, pero con una propuesta de valor que nadie más tiene.

Una bofetada de nostalgia y sentido común
El Pebble Time 2 no es para todo el mundo. No es para el que quiere responder WhatsApps con un mini-teclado o ver Google Maps en su muñeca. Es un producto para los nostálgicos, sí, pero también para una nueva generación de usuarios que están hasta las narices de tener que cargar otro dispositivo cada noche y de ser esclavos de las notificaciones constantes.
Es una bofetada de sentido común a una industria que se ha obsesionado con meter más y más funciones inútiles en un espacio diminuto, olvidándose de lo más básico: que un reloj, ante todo, debe ser fiable y no dar problemas. Es una lección de que, a veces, la mayor innovación no es añadir algo nuevo, sino quitar todo lo que sobra.
¿Crees que hay mercado para un smartwatch «simple» con una batería de un mes? ¿O la era del e-paper ya pasó y no puede competir con las pantallas OLED? El debate sobre el futuro de los wearables está servido. Déjanos tu opinión en los comentarios y únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.