
En una industria del automóvil obsesionada con la electrificación total, donde parece que solo hay un único camino posible (la batería), hay marcas que se atreven a explorar rutas alternativas. Y BMW, en un acto de diversificación tecnológica y una pizca de terquedad, sigue apostando por el que muchos consideran el gran olvidado: el hidrógeno.
Según informa el medio InsideEVs, la marca de Múnich ha confirmado sus planes para la nueva generación de su buque insignia, el BMW X5. Y la noticia es una auténtica locura: el nuevo X5, que llegará en 2026, será el primer coche de la historia reciente en ofrecer cinco sistemas de propulsión diferentes: gasolina, diésel, híbrido enchufable, 100% eléctrico y, la gran sorpresa, una versión de pila de combustible de hidrógeno (FCEV).
Una declaración de «liderazgo tecnológico»
«Al ofrecer cinco sistemas de propulsión para el nuevo BMW X5, demostramos una vez más nuestro liderazgo tecnológico», ha declarado Joachim Post, miembro del Consejo de Administración de BMW. Es una forma elegante de decir: «no vamos a poner todos los huevos en la misma cesta».
La versión de hidrógeno, que llegará un poco más tarde, en 2028, será el fruto de la colaboración de BMW con Toyota, el otro gran apóstol de esta tecnología.
Las ventajas (y desventajas) del hidrógeno
La apuesta de BMW por el hidrógeno se basa en sus ventajas teóricas sobre los eléctricos de batería (BEV). Un coche de hidrógeno (FCEV) es, en esencia, un eléctrico que genera su propia electricidad a bordo a partir del hidrógeno almacenado en sus depósitos.
- Ventajas: Es significativamente más ligero al no necesitar una batería gigantesca. Ofrece una autonomía comparable a la de un gasolina. Solo emite vapor de agua por el escape. Y, lo más importante, el tiempo de repostaje es de solo unos minutos, como en un coche de combustión.
- La gran desventaja: El mayor problema, y la razón por la que esta tecnología no ha despegado, es la falta de una red de repostaje. A día de hoy, encontrar una «hidrogenera» es casi una misión imposible. BMW es consciente de ello y está trabajando en un proyecto para intentar hacer más viables comercialmente estas estaciones de servicio.

El veredicto del Gurú
La estrategia de BMW es una de las más inteligentes y pragmáticas de toda la industria. En lugar de apostarlo todo ciegamente a la electrificación por baterías, como han hecho otras marcas (y de lo que algunas, como Porsche, ya se están arrepintiendo), ellos han decidido ofrecerle al cliente todas las opciones posibles.
Saben que la transición será larga y compleja, y que cada tecnología tiene sus ventajas para diferentes tipos de uso. Mantener el diésel para los grandes viajeros, los híbridos para la ciudad, el eléctrico para los convencidos y el hidrógeno como la gran apuesta de futuro es una jugada maestra. Es admitir que, de momento, no hay una única solución perfecta. Y en un mundo de dogmas, la flexibilidad es la mayor de las inteligencias.
¿Crees que el hidrógeno tiene futuro como combustible? ¿O es una tecnología sin salida? El debate está servido. Déjanos tu opinión en los comentarios y únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.