
Cada vez que le haces una pregunta a Gemini, cada vez que ChatGPT te escribe un correo, una pequeña luz se enciende en un gigantesco y anónimo centro de datos a miles de kilómetros. Ahora, multiplica eso por miles de millones de peticiones al día. La Inteligencia Artificial, esa maravilla que está cambiando nuestro mundo, tiene una sed. Una sed insaciable de energía. Y los gigantes tecnológicos han entrado en pánico para intentar saciarla.
La última en mover ficha ha sido Google, que acaba de anunciar un acuerdo monumental de 3.000 millones de dólares para la adquisición de energía hidroeléctrica. No, no están poniendo placas solares en el tejado de sus oficinas. Están comprando la producción de presas enteras durante décadas para poder alimentar a la bestia de la IA. Bienvenidos a la nueva guerra fría del siglo XXI: la guerra por los megavatios.
El acuerdo: 3.000 millones de dólares y un río entero para Gemini
El acuerdo, firmado con la empresa Brookfield Renewable Partners, es una auténtica barbaridad y demuestra la escala a la que se está jugando esta partida:
- Es un contrato de compra de energía para los próximos 20 años.
- Asegura para Google 670 megavatios de capacidad de dos centrales hidroeléctricas en Pensilvania (EEUU).
- Y esto es solo el principio. El acuerdo marco permite a Google adquirir hasta 3 Gigavatios de capacidad de este socio en el futuro.
Para que nos entendamos: Google no ha comprado unas cuantas baterías. Ha comprado, en esencia, la producción energética de dos presas durante dos décadas para que tú puedas preguntarle a Gemini de qué color eran los calzoncillos de Napoleón. Esa es la escala de la que estamos hablando.
La guerra energética de la IA: reactores nucleares, presas y lo que haga falta
Google no está sola en esta carrera desesperada por la energía. Todos los gigantes tecnológicos están moviendo ficha de formas que hasta hace poco parecían de película de ciencia ficción. La IA necesita una cantidad de energía tan bestia que las fuentes tradicionales no dan abasto, y la energía nuclear ha vuelto al tablero de juego.
- Meta (Facebook): Estuvo a punto de adquirir una central nuclear entera para alimentar sus centros de datos.
- Microsoft: Ha firmado un acuerdo de compra de energía a 20 años con una planta nuclear situada, atención al dato, justo al lado de la central de Three Mile Island, el lugar del peor accidente nuclear de la historia de Estados Unidos.

La IA tiene sed. Mucha sed. Y los gigantes tecnológicos están comprando ríos y reactores nucleares para saciarla. La próxima guerra mundial no será por el petróleo; será por los megavatios. Y los generales de esta nueva guerra son los CEOs de Silicon Valley.
El doble juego: más y más energía, pero con la etiqueta ‘verde’ para quedar bien
Y aquí viene la genialidad (o la hipocresía) del asunto. Mientras la demanda energética de sus centros de datos se dispara y aumenta las emisiones de carbono, estas compañías necesitan mantener su imagen pública de empresas «verdes» y cumplir sus objetivos de emisiones netas cero.
La única forma de cuadrar este círculo es apostando por fuentes de energía masivas y libres de carbono. Por eso, la energía hidroeléctrica (que como dice Google, es «probada, de bajo costo y fiable») y la energía nuclear se han convertido en sus objetos de deseo. Les permite tener la energía que necesitan sin que los grupos ecologistas les crucifiquen (demasiado).
Conclusión Gurú Tecno: el verdadero coste de una respuesta de ChatGPT
El monumental acuerdo de Google es el recordatorio más claro hasta la fecha del coste energético real que hay detrás de cada «milagro» de la IA. Cada respuesta, cada imagen generada, cada línea de código, consume una cantidad de electricidad que exige la construcción de nuevas y gigantescas infraestructuras energéticas.
Estamos presenciando una guerra silenciosa entre titanes por el control de los recursos energéticos del planeta. El futuro de la Inteligencia Artificial no se decidirá solo en los laboratorios de software, sino en los despachos de las compañías eléctricas y en las salas de control de las centrales nucleares.
Están construyendo los cerebros de silicio más grandes de la historia. Y esos cerebros están hambrientos. La pregunta ya no es qué podrá hacer la IA en el futuro, sino si tendremos suficiente energía en el planeta para alimentarla.
¿Te habías parado a pensar en el consumo energético de la IA? ¿Crees que es un precio justo a pagar por el avance tecnológico? ¡Te leemos en los comentarios! Y no te olvides de seguir a Gurú Tecno en YouTube, Instagram y Facebook.