
La industria alemana del motor es la tarjeta de presentación de toda la industria de su país, así como la de gran parte de la Unión Europea. Alemania es el tercer mayor importador y exportador del mundo, y, con diferencia, el mayor exportador mundial de automóviles, aunque aumenta la competencia de los vehículos fabricados en China. Los vehículos de motor y sus piezas representaron un 17,3% de las exportaciones nacionales en 2023, sumando 273.000 millones de euros. En este país volcado en el comercio con el extranjero, las ventas de automóviles y componentes han sostenido el empleo y han ayudado a tener una deuda pública baja, inferior al 64% del PIB. Sin embargo, el motor, como toda la industria puntera, se está deteniendo.
La Oficina Federal de Estadística acaba de declarar que en agosto pasado se registró la mayor caída mensual desde 2022 en la producción industrial alemana. La producción del sector manufacturero se redujo en un 4,3% en agosto en comparación con julio. En la industria, excluidas la construcción y la generación de energía, el desplome alcanzó el 5,6 %.
Las perspectivas presentadas por los principales institutos de investigación económica prevén un estancamiento de la economía para todo 2025, con un crecimiento de un minúsculo 0,2%. Para 2026, los mismos institutos anticipan un crecimiento del 1,3%, pero como resultado de la política fiscal expansiva, es decir, el gasto estatal.
Anuncios de despidos masivos
Los datos conocidos no han sorprendido, ya que las malas noticias se acumulan desde hace tiempo. En los últimos doce meses, varias de las principales empresas han anunciado planes de despidos por miles que ejecutarán a lo largo de los próximos años. Las cifras son alarmantes:
- Mercedes-Benz: 40.000
- Volkswagen: 35.000
- ZF Group: 14.000
- Audi: 7.500
- Daimler Truck: 5.000
- Ford: 2.900
- Bosch, Continental y Schaeffler: 7.000
Además, entre abril y junio, la industria química alemana funcionó sólo al 72% de su capacidad total de producción, el nivel más bajo desde 1991, y muy por debajo del nivel necesario para alcanzar el punto de equilibrio.
Estas noticias agravan el sentimiento de declive que deprime a los alemanes. Aunque desde la epidemia de covid de 2020, el sector manufacturero ha perdido casi 500.000 empleos, la industria más dañada está siendo la automovilística.

Las empresas automovilísticas alemanas aceptaron la prohibición de venta de coches con motor de combustión a partir de 2035. Por ello, realizaron la mayor inversión de la historia en I+D, desembolsando alrededor de 250.000 millones de euros para construir las nuevas generaciones de coches eléctricos… que, a pesar de la publicidad, las subvenciones a los compradores y las amenazas (como las zonas de bajas emisiones en las ciudades) no se están vendiendo al ritmo necesario para amortizarlas.
Y la preocupación de los conocedores del sector reside en que el parón y los despidos se trasladen ahora a las empresas de componentes. El 1 de octubre, ZF Group, fabricante de cajas de cambios, comenzó con su plan de recortes de empleo, que afectará por ahora a 7.500 empleados de su unidad de transmisión electrificada. La unidad detendrá el desarrollo de productos relacionados con los coches eléctricos y trasladará las inversiones a tecnologías como las transmisiones híbridas enchufables.
Este desplome no sólo perjudica a la industria automotriz alemana. Excluyendo ésta, la producción industrial (maquinaria, productos químicos, medicamentos, crudos y aceites refinados, etc) bajó un 2,5% en agosto. El sector de la ingeniería mecánica cayó un 6,2 %. Toda la producción industrial disminuyó un 1,7% de junio a agosto en comparación con el trimestre anterior.
Y las perspectivas para los próximos meses no apuntan a la recuperación. En agosto, los pedidos industriales bajaron por cuarto mes consecutivo; un 0,8% en comparación con julio. Una bajada parecida se sufrió a principios de 2022, tras la invasión de Ucrania por Rusia.
Las causas del declive
¿A qué se debe esta disminución de pedidos a la industria alemana?
- Aranceles de EE.UU.: Los aranceles impuestos por el Gobierno de EE.UU. a las importaciones de productos procedentes de la Unión Europea han impactado severamente. Alemania solía enviar en torno a un 10% de sus exportaciones a EE.UU., pero ahora la tendencia se está revirtiendo. Los pedidos de fuera de la eurozona cayeron un 5 % en agosto.
- Debilitamiento de la Eurozona: La demanda de la eurozona también se está debilitando, con una bajada del 2,9 % en agosto, debido al estancamiento económico y la competencia de otros productores más baratos.
- Precio de la energía: Las empresas y los ciudadanos alemanes pagan la electricidad más cara de Europa. Y gran parte de ella se genera mediante carbón y gas natural, combustibles demonizados pero de los que no pueden prescindir. El pueblo alemán optó por la transición energética y lo está pagando, y bien caro.
El veredicto del Gurú: Alemania ante su hora más difícil: La encrucijada del coche eléctrico y la desindustrialización
El panorama que pintan los datos de la industria alemana es, sin duda, sombrío. La noticia de 100.000 despidos en el sector automovilístico en los próximos años no es solo un titular alarmante, sino un síntoma de una crisis estructural que amenaza con desmantelar el motor económico de Alemania y, por extensión, de gran parte de Europa.
La apuesta por el coche eléctrico se ha revelado, hasta ahora, como una espada de doble filo. La gigantesca inversión de 250.000 millones de euros en I+D para la electrificación no está siendo amortizada por un volumen de ventas que no despega al ritmo necesario. La competencia de China en vehículos eléctricos, más baratos y eficientes, está erosionando la posición dominante de los fabricantes alemanes en su propio terreno y en los mercados de exportación.

Pero la crisis va más allá del automóvil. La caída histórica de la producción industrial en agosto, que afecta también a sectores clave como la química y la ingeniería mecánica, sugiere una desindustrialización silenciosa. Los factores que impulsan este declive son complejos y multifactoriales:
- Coste energético: Alemania paga la electricidad más cara de Europa, una consecuencia directa de su ambiciosa (y costosa) transición energética y la dependencia de combustibles fósiles denostados. Esto reduce la competitividad de sus industrias intensivas en energía.
- Aranceles y debilidad de la demanda: Las tensiones comerciales con Estados Unidos y el debilitamiento de la demanda en la eurozona están cerrando mercados vitales para las exportaciones alemanas.
- Burocracia y falta de innovación interna: Aunque no se menciona explícitamente en el texto, muchos expertos señalan que la burocracia y una cierta complacencia en la innovación también han mermado la capacidad de adaptación de algunas empresas alemanas.
Esta situación no solo tendrá un impacto económico severo en el empleo y la prosperidad, sino que también alimenta un sentimiento de declive que tiene profundas implicaciones políticas, como se vio en las últimas elecciones federales.
Alemania, el gigante industrial de Europa, se encuentra en una encrucijada. La capacidad de su gobierno y su industria para pivotar, adaptarse y encontrar soluciones innovadoras a estos desafíos determinará no solo su futuro económico, sino también la estabilidad y la competitividad de toda la Unión Europea. La «Energiewende» y la electrificación del automóvil, aunque necesarias para el clima, están resultando ser un trago amargo para el motor industrial alemán.
¿Qué opinas sobre la profunda crisis que atraviesa la industria alemana, especialmente el sector automotriz? ¿Creéis que el coche eléctrico es el principal culpable o hay factores más profundos en juego? ¿Qué medidas debería tomar Alemania para revertir esta tendencia? El debate está servido. Déjanos tu opinión en los comentarios y únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.