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Gurú Tecno

Trump quiere ensamblar iPhones en casa: más caro, más lento, más ridículo

abril 9, 2025

El presidente (y actual showman político en campaña eterna) Donald Trump ha vuelto a agitar el avispero tecnológico con una propuesta tan ambiciosa como descabellada: fabricar los iPhone en Estados Unidos. ¿La motivación? Evitar los nuevos aranceles que su Administración ha impuesto a medio planeta, incluyendo a la Unión Europea, China e India. ¿La realidad? Bienvenidos a otro episodio de “Make Apple Great Again”, versión 2025.

Aranceles, humo y manzanas más caras

Hoy entran en vigor nuevos aranceles del 20% para productos importados desde Europa, con tasas aún más agresivas para China e India. ¿Qué tiene que ver Apple en todo esto? Todo. Porque fabricar un iPhone cuesta unos 500 dólares gracias a la magia (y precariedad) de las fábricas asiáticas. Si hay que pagar más por traer piezas desde el otro lado del mundo, el precio final se dispara. Y no, no hablamos de subir 20 euritos: hablamos de que un iPhone podría convertirse en un lujo más exclusivo que un Tesla con acabado de oro.

Por eso, el plan de Trump suena a cuento navideño: fabricar los dispositivos dentro de casa, con obreros americanos, en fábricas americanas, con tornillos made in U.S.A. Todo muy patriótico. Todo muy caro. Y pese a sus intentos de mitigar el impacto de los aranceles, cabe señalar que las acciones de la empresa no se han salvado de la caída en bolsa con pérdidas descomunales.

Apple responde: cinco aviones llenos de iPhones y una inversión de otro planeta

Apple, que de tonta no tiene un pelo, ha optado por el movimiento ninja: ha llenado cinco aviones de iPhones en tres días para inundar EE.UU. de stock antes de que los aranceles muerdan fuerte. Mientras tanto, anuncia su plan de inversión de 500.000 millones de dólares (sí, medio billón) para trasladar parte de su producción a suelo estadounidense.

¿Es esto una señal de confianza? ¿O una estrategia preventiva ante la locura legislativa de turno? Según Karoline Leavitt, portavoz de la Casa Blanca, «si Apple no pensara que EE.UU. puede hacerlo, no habría soltado ese dineral«. Claro, y si los cerdos volaran, usaríamos paraguas con WiFi.

¿Es posible fabricar un iPhone en EE.UU.? Spoiler: no (o no como lo imagina Trump)

La idea de que millones de estadounidenses ensamblen iPhones como en una fábrica de Foxconn suena genial… hasta que uno recuerda que EE.UU. no tiene ni el personal ni la infraestructura para hacerlo. Ya lo decía Steve Jobs cuando Obama le preguntó si eso era factible: «No tenemos 30.000 ingenieros capacitados para esto. China sí.»

Tim Cook lo repitió en 2017 con más diplomacia: en China hay “una densidad de habilidades” que simplemente no existe en ninguna otra parte del mundo. Y no es solo cuestión de sueldos bajos. Es cuestión de precisión, experiencia, cadena de suministro, logística y una maquinaria que ha sido perfeccionada durante décadas. Trasladar eso a Texas o Kentucky no es una “mudanza”, es reconstruir una civilización tecnológica.

El show de Trump continúa, pero ¿quién paga el precio?

Lo que está claro es que los usuarios de Apple (ya bastante exprimidos con cada subida de precio) podrían pagar aún más por sus gadgets si este plan se consolida. Y aunque Apple tenga músculo financiero para jugar en varios frentes, no es inmune al caos de la política comercial.

En la práctica, los aranceles no castigan a China: castigan al consumidor final. Castigan a quien necesita un teléfono y ya está hipotecado por el modelo anterior. Castigan al desarrollador que necesita un MacBook actualizado y al fanático que cambia de iPhone cada septiembre como si fuera Navidad.

Fabricar iPhones en EE.UU. suena bien… si vives en una película

Trump vende la idea de traer la industria tecnológica de vuelta a casa como si fuera una cruzada nacionalista del siglo XXI. Una epopeya en la que cada ciudadano estadounidense tiene su destornillador, su bata blanca y su puesto fijo en la fábrica de Apple. Todo muy épico. Todo muy America First. Pero como ocurre con casi todo lo que brilla en campaña, la realidad es otra.

Apple responde con una inversión colosal —medio billón de dólares no se lanzan por capricho— y una logística a contrarreloj que incluye llenar aviones como si fueran de carga militar. Pero, más allá del show, lo que se perfila es una jugada defensiva para evitar que el torbellino arancelario les reviente la cadena de producción.

Fabricar en Estados Unidos no es imposible, pero sí es impensablemente caro, lento y complicado. No se trata solo de dinero. Se trata de una red de proveedores, ingenieros altamente especializados, herramientas de precisión y procesos que llevan décadas afinándose en Asia. Pretender trasladarlo todo de golpe es como querer construir un iPhone con piezas de Lego.

Y mientras tanto, el consumidor, tú, yo, todos los que alguna vez hemos abierto un iPhone con olor a nuevo, pagamos el precio. Literal y figurativamente. Porque si los costes suben, las empresas no recortan beneficios, los trasladan. Porque si hay escasez de stock, el mercado se infla. Y porque si todo esto es solo un movimiento político, el impacto real es un caos que se mide en dólares, en empleos y en accesibilidad tecnológica. Trump quiere fábricas, Apple mueve millones y todos pagaremos el show.

Aquí en Gurutecno, seguimos atentos, observando cómo la geopolítica y la tecnología se abrazan… o se estrangulan. Y mientras tanto, nos preguntamos: ¿Será este el principio de la era “Made in USA”? ¿O solo otro capítulo en el reality show económico de Donald Trump? El guion sigue escribiéndose, pero el final ya se lo sabe Tim Cook.

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