
Samsung soltó ayer una de esas bombas que te dejan con la boca abierta y la cartera temblando: el Samsung Galaxy S25 Edge ya es oficial. Tras meses de rumores y filtraciones que parecían demasiado «atrevidas» para ser ciertas, la compañía coreana ha presentado su nuevo smartphone ultrafino, un dispositivo que redefine la delgadez en su catálogo y que se sitúa como una nueva línea paralela a los Galaxy S25 estándar.
Con un grosor de tan solo 5,8 milímetros y un peso de 163 gramos para sus 6,7 pulgadas de pantalla, el S25 Edge es un auténtico espectáculo visual y una proeza de ingeniería. Pero, agárrate bien a la silla, porque para conseguir esta figura de supermodelo, Samsung ha tomado decisiones MUY polémicas que afectan a componentes cruciales. ¿Innovación valiente o un tiro en el pie de proporciones épicas? ¡Vamos a destriparlo!
Diseño de infarto y pantalla de lujo… con el primer sacrificio
No hay duda, el Galaxy S25 Edge entra por los ojos. Su extrema delgadez y ligereza, sumadas a un diseño con materiales premium como el titanio y el cristal (Gorilla Glass Ceramic 2 delante, Victus 2 detrás), lo convierten en un objeto de deseo instantáneo. La pantalla no se queda atrás: un panel Dynamic AMOLED 2X de 6,7 pulgadas con resolución QHD+ y tasa de refresco adaptativa de 1 a 120Hz. Calidad de imagen superlativa, colores vibrantes y brillo para dar y tomar, como nos tiene acostumbrados Samsung en su gama alta.

Pero esta obsesión por la delgadez ya se cobra su primera víctima en el apartado fotográfico: adiós al teleobjetivo óptico dedicado. El S25 Edge monta un sistema dual con un sensor principal de unos impresionantes 200 Megapíxeles (que permitirá un zoom por recorte con «calidad óptica 2x», según Samsung) y un ultra gran angular de 12 Megapíxeles. Para ser un sílfide, parece que hay que dejar algo de «artillería» fotográfica por el camino.
Potencia «elite» y refrigeración para un cuerpo de atleta
Bajo este chasis de escándalo, Samsung no ha escatimado en potencia bruta. El S25 Edge monta el mismo corazón que sus hermanos mayores de la línea S25: el Qualcomm Snapdragon 8 Elite for Galaxy. Sí, ese es el nombre oficial del chip customizado por Qualcomm para los buques insignia de Samsung este año, asegurando un rendimiento de primer nivel para apps, juegos y multitarea.

Para evitar que este portento se convierta en una tostadora de bolsillo, Samsung ha incorporado una nueva y renovada cámara de vapor para la disipación del calor, un detalle crucial en un cuerpo tan sumamente fino.
LA BATERÍA: crónica de una decepción anunciada (y ahora confirmada)
Y llegamos al punto que hará correr ríos de tinta (digital). Donde Samsung ha metido la tijera sin piedad para lograr esa delgadez de récord es en la batería. El Galaxy S25 Edge equipa una celda de tan solo ¡3.900 mAh! Repetimos: tres mil novecientos miliamperios-hora para una bestia de 6,7 pulgadas QHD+ a 120Hz con un chip de última generación.
Para ponerlo en perspectiva, esto es 1.000 mAh menos que un Galaxy S25+, un móvil con el que comparte diagonal de pantalla y procesador. Y lo más sangrante: Samsung NO ha utilizado las nuevas y prometedoras baterías de Silicio-Carbono que otros fabricantes ya están implementando y que sí permiten reducir grosores sin sacrificar de forma tan brutal la capacidad. Han optado por «la misma tecnología de siempre» en un envase revolucionario.
Samsung afirma en sus comunicados que el S25 Edge ofrece «autonomía para todo el día». Permítenos, desde GuruTecno, arquear una ceja y mostrar nuestro más profundo escepticismo. Salvo milagro de optimización extrema (o recortes de rendimiento drásticos), esos 3.900 mAh huelen a visita obligada al enchufe a media tarde, y la carga rápida de «solo» 25W tampoco ayuda a mitigar el golpe.
La moda ultrafina y la jugada arriesgadísima de Samsung
El mercado de smartphones parece virar hacia diseños cada vez más finos, pero esto suele ir de la mano de innovaciones en los componentes, especialmente en las baterías. Samsung, con el S25 Edge, se apunta a la tendencia estética pero renunciando a la tecnología que la hace viable sin compromisos dolorosos. Una decisión valiente, arriesgada o, directamente, incomprensible para muchos.
Precio y disponibilidad en España (para los que se atrevan):
El Samsung Galaxy S25 Edge ya se puede pre-reservar y saldrá a la venta oficialmente el 30 de mayo en España. Llegará en colores Titanio Azul, Titanio Plata y Titanio Negro Intenso, con estas configuraciones y precios:
- Samsung Galaxy S25 Edge 12GB + 256GB: 1.259 euros
- Samsung Galaxy S25 Edge 12GB + 512GB: 1.379 euros
Unos precios que lo sitúan en la gama alta, donde la autonomía es un factor crítico.

Conclusión Gurú Tecno: diseño de ensueño, batería de pesadilla (potencial)
No se puede negar que el Samsung Galaxy S25 Edge es una maravilla del diseño industrial. Es espectacularmente fino, ligero y con una pantalla que quita el hipo. La potencia está más que asegurada. Sin embargo, la decisión de equiparlo con una batería de solo 3.900 mAh utilizando tecnología convencional es un jarro de agua fría que empaña un lanzamiento que podría haber sido histórico por los motivos correctos.
Samsung ha priorizado la estética y la delgadez extrema por encima de uno de los pilares fundamentales de la experiencia móvil: la autonomía. ¿Será suficiente el «factor wow» del diseño para compensar la más que probable ansiedad por el enchufe? Solo las pruebas exhaustivas lo dirán, pero sobre el papel, este «móvil más innovador de Samsung en años» nace con un problema muy gordo (o más bien, muy pequeño en su batería) que puede costarle caro.
¿Te atreverías con este S25 Edge y su batería? ¿O crees que Samsung ha patinado? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios! Y sigue Gurú Tecno para los análisis más a fondo. Estamos en YouTube, Instagram y Facebook.