
Desde 1954, la serie M de Leica ha sido más que una cámara. Ha sido un icono, una filosofía de vida para los fotógrafos. Y su alma, su corazón, siempre ha sido el telémetro óptico, ese sistema de enfoque manual, mecánico y puro que te obliga a conectar con el mundo de una forma diferente. Es una experiencia casi religiosa que ha definido a generaciones de fotógrafos legendarios.
Pues bien, preparen las antorchas, porque la herejía es real. El medio especializado LeicaRumors, buceando en las bases de datos de la propia compañía, ha confirmado la existencia de la próxima cámara de la serie: la Leica M11-V. Y la «V» no es de «victoria». Es de «Visor». Porque esta nueva cámara, que se espera para este mismo año, va a hacer lo impensable: va a arrancar de cuajo el telémetro óptico para sustituirlo por un visor electrónico (EVF).

El fin de una era por una razón de peso (y de apertura)
Antes de que los puristas se tiren de los pelos, hay que entender que esta decisión, aunque dolorosa, tiene una lógica técnica aplastante. El telémetro, por muy romántico que sea, tiene limitaciones físicas. Es un infierno enfocar con precisión objetivos de gran apertura como el legendario Noctilux f/0.95, o cualquier teleobjetivo por encima de 90mm.

La M11-V, al incorporar un visor electrónico OLED de 5,76 millones de puntos (el mismo que su buque insignia, la SL3), soluciona este problema de un plumazo. Por fin, los usuarios de una cámara M podrán enfocar con una precisión del 100% cualquier objetivo, por extremo que sea, viendo exactamente lo que el sensor va a capturar, sin necesidad de accesorios externos o de rezar a los dioses de la óptica.

Una M para dominarlos a todos (y el precio de la herejía)
Con este movimiento, Leica no está matando a la M. La está evolucionando. Está creando un puente entre dos mundos: la pureza y el tamaño compacto del sistema M, y la versatilidad del sistema SL. La M11-V se convierte en la cámara definitiva para el fotógrafo que quiere la experiencia M, pero sin sus históricas limitaciones.
El precio, como siempre en Leica, será para unos pocos elegidos. Se espera que ronde los 80.000 yuanes (unos 10.200 euros), situándose por encima de la ya carísima M11-P. Es el precio a pagar por tener una pieza de ingeniería única. Será odiada por los puristas más radicales, pero probablemente será amada por los fotógrafos que de verdad salen a la calle a hacer fotos. Y es que a veces, para que una leyenda sobreviva, hay que atreverse a matar una parte de ella.
¿Es este cambio un sacrilegio o una evolución necesaria? ¿Prefieres la pureza de un telémetro óptico o la versatilidad de un visor electrónico? El debate sobre el alma de la fotografía está servido. Déjanos tu opinión en los comentarios y únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.