
La revolución de la inteligencia artificial tiene un secreto sucio y muy húmedo: su sed insaciable. Los gigantescos centros de datos que entrenan y ejecutan modelos como Gemini consumen cantidades demenciales de energía y, sobre todo, de agua para su refrigeración. Es el elefante en la habitación del que nadie en Silicon Valley quiere hablar.
Pues bien, Google ha decidido que ya está bien de mala prensa y ha lanzado un «estudio» para autoproclamarse el campeón de la ecología. Su titular, que parece un chiste: una respuesta de Gemini solo consume 5 gotas de agua (0,26ml) y la energía equivalente a ver la tele menos de nueve segundos. Una cifra ridícula y maravillosa. El problema es que los propios científicos a los que citan en su informe han salido a la palestra para decir que es, básicamente, una mentira. Una verdad a medias tan descarada que es un insulto a la inteligencia.
El truco del iceberg: escondiendo el consumo indirecto
Aquí está la trampa, el truco de trilero de Google. Su estudio, que convenientemente no ha pasado ninguna revisión por pares, solo mide el agua que se evapora directamente de las torres de refrigeración de sus centros de datos. Pero, ¿y el agua necesaria para generar los gigavatios de electricidad que alimentan esos centros? La que se usa para enfriar las centrales térmicas o las nucleares que les dan energía. Esa, que es la mayor parte del consumo, la han «olvidado».

Como dice Alex de Vries-Gao, fundador de Digiconomist, uno de los expertos citados: «Básicamente, solo estás viendo la punta del iceberg». Es una manipulación contable para que la foto salga bonita. Shaolei Ren, profesor de la Universidad de California y otro de los autores que Google cita, es aún más duro: «Están escondiendo la información crítica».
La contabilidad creativa del CO2 y la comparación de manzanas con peras
La manipulación no se queda en el agua. Para el CO2, usan una medida «basada en el mercado», que les permite descontar sus inversiones en energía renovable, en lugar de la medida «basada en la localización», que reflejaría la contaminación real de la red eléctrica a la que están conectados.
Y para rematar, comparan sus cifras (usando la «mediana», un valor que puede ocultar los picos de consumo) con las de los estudios de los expertos (que usan la «media»). Es una comparación de manzanas con peras, estadísticamente deshonesta, para que su número parezca órdenes de magnitud más pequeño.

Una industria con un problema de transparencia
El intento de Google de venderse como el adalid de la IA sostenible es un ejemplo perfecto de greenwashing corporativo. En lugar de afrontar el debate sobre el brutal coste medioambiental de esta tecnología con honestidad, han optado por publicar un estudio a medida, lleno de omisiones y trucos contables, para ganar una batalla de relaciones públicas. Este informe no demuestra que Gemini sea eficiente. Demuestra que Google tiene un problema de transparencia tan grande como el consumo de agua real de sus centros de datos.
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