
Elon Musk, el showman tecnológico por excelencia, ese hombre orquesta que lo mismo te lanza un cohete a Marte que te hunde una red social o se mete a «fontanero» del gobierno, ha vuelto a una de sus viejas (y preocupantes) costumbres: trabajar 24 horas al día, siete días a la semana, y dormir entre servidores, en salas de conferencias o directamente en el suelo de sus fábricas. ¿El motivo de este regreso al modo «crisis hardcore»? Un X (antes Twitter) que parece estar ardiendo en llamas con caídas generalizadas, y «tecnologías críticas en desarrollo» en Tesla y xAI que, según él, requieren su atención divina y constante.
Pero la gran pregunta que resuena con fuerza desde los pasillos de Washington hasta los despachos de Silicon Valley es mucho más profunda: ¿Significa esta dedicación total a sus empresas que Elon Musk cuelga los hábitos de «superministro» de Trump y abandona el controvertido DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental)? Parece que al bueno de Elon se le acumulan los incendios y ha tenido que empezar a elegir cuáles apagar primero… o cuáles le importan más.
X en llamas: las caídas de Twitter obligan a Musk a volver al tajo (y a la oficina)
La chispa que ha reavivado esta imagen de Musk como un CEO en modo bombero han sido las recientes y sonadas caídas de X, que dejaron a millones de usuarios colgados durante horas la semana pasada. En respuesta a un tuit que especulaba sobre si la causa era un incendio en un centro de datos de Oregón alquilado por la plataforma, Musk no solo desvió la atención del incendio, sino que soltó la perla: está de nuevo «pasando 24/7 en el trabajo y durmiendo en las salas de conferencias, servidores y fábricas» porque «debe estar súper concentrado en X/xAI y Tesla (además del lanzamiento de Starship la próxima semana)».

Un «mea culpa» en toda regla sobre la situación de X, admitiendo que «como demuestran los problemas de disponibilidad de X de esta semana, es necesario implementar mejoras operativas importantes. La redundancia de conmutación por error debería haber funcionado, pero no lo hizo». Vamos, que el chiringuito digital se le está desmoronando y le toca arremangarse y sacar el extintor.
¿Adiós al «superministro» de Trump? El DOGE podría quedarse en «standby»
Este repentino regreso al «modo trinchera» en sus empresas choca frontalmente con el papel cada vez más visible y polémico que Musk había asumido en la (hipotética, según nuestro cronograma de artículos) nueva administración Trump como mandamás del DOGE. Desde allí, se había erigido en el adalid de la reducción del tamaño del gobierno, con «logros» tan sonados como el despido masivo de funcionarios, la implementación de «emails ultimátum» para exigir productividad, o la promoción de jornadas laborales de 120 horas semanales para los empleados públicos. Agencias enteras como la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB) o la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) estaban en su punto de mira, e incluso se hablaba de planes tan descabellados como migrar todo el sistema del Seguro Social de EEUU, escrito en el arcaico lenguaje COBOL, en un «tiempo preocupantemente corto».
Pero esta nueva dedicación «24/7» a sus compañías no surge de la nada y parece confirmar un distanciamiento progresivo de sus labores gubernamentales. Ya hace un mes, tras la presentación de los (no muy boyantes) resultados de Tesla, Musk había adelantado que su intención era dedicar solo uno o dos días por semana a los asuntos del DOGE, «mientras el presidente quiera contar conmigo y mientras resulte útil», para poder centrarse en reflotar Tesla una vez «establecido» el nuevo departamento.
Más recientemente, el pasado martes 20 de mayo, durante una intervención virtual en el Foro Económico de Catar, el magnate afirmó que reduciría «mucho» sus donaciones políticas, sembrando más dudas sobre su futuro en la arena pública. De momento, Musk no ha anunciado oficialmente su salida del DOGE ni ha aclarado si esta inmersión total en sus compañías es una pausa puntual o el inicio de un adiós definitivo a sus ambiciones políticas directas. Lo que está claro es que el mensaje entre líneas es potente: sus «juguetes» tecnológicos le necesitan más que nunca, o al menos, gritan más fuerte.
Tesla respira aliviada (o eso esperan sus accionistas que ven caer las ventas)
Este posible cambio de prioridades seguro que es música para los oídos de los inversores de Tesla, que llevan tiempo mostrando su preocupación por las múltiples «distracciones» de su CEO estrella (primero con la compra y el caos de Twitter/X, luego con su cada vez mayor implicación política). El reciente descalabro de las ventas de Tesla en mercados clave como Europa ha sido interpretado por muchos como un voto de castigo o, al menos, una señal de descontento con un líder demasiado disperso y a menudo envuelto en polémicas ajenas al negocio automovilístico. Quizás ver a Elon más centrado en diseñar coches eléctricos revolucionarios y menos en «reducir el tamaño de la administración federal» les devuelva algo de fe (y, con suerte para ellos, algo del valor perdido en bolsa, que buena falta les hace).
Elon, acorralado por sus propias ambiciones (y los problemas que generan)
Al final, parece que Elon Musk, el hombre que quería comerse el mundo a bocados de innovación disruptiva y tuits incendiarios, se ve ahora acorralado por la complejidad y los problemas inherentes a sus propias y gigantescas creaciones. La ironía es palpable: el autoproclamado «gurú de la eficiencia» gubernamental ahora tiene que aplicar urgentemente esa misma eficiencia para apagar los múltiples fuegos que tiene en sus propias compañías. X necesita un arreglo urgente si no quiere convertirse en el próximo MySpace; Tesla no puede permitirse más tropiezos en un mercado eléctrico cada vez más competitivo; y xAI y Starship son proyectos demasiado críticos y con demasiado dinero en juego como para dejarlos en manos ajenas o gestionarlos a tiempo parcial.
Conclusión Gurú Tecno: prioridades forzadas para el hombre orquesta
Elon Musk vuelve al modo «crisis total» en sus empresas, prometiendo dedicación exclusiva y noches en vela. Esto, inevitablemente, pone en tela de juicio su capacidad (y quizás su interés) para seguir liderando la controvertida y hercúlea tarea de reestructuración gubernamental del DOGE de Trump. ¿Estamos ante el principio del fin de la aventura política de Musk o solo un paréntesis forzado por la cruda realidad de que sus «hijos» tecnológicos están pidiendo auxilio a gritos?
Lo que está claro es que el hombre que quería arreglar el mundo (y el gobierno, a su particular manera) ahora tiene que centrarse, primero y de forma imperiosa, en arreglar sus propios chiringuitos. Y eso, para los millones de usuarios, clientes e inversores que dependen de sus «juguetes tecnológicos», quizás, solo quizás, no sea una mala noticia del todo. El tiempo dirá si esta retirada táctica al cuartel general de sus empresas es temporal o el inicio de una nueva etapa menos dispersa para el magnate.
En Gurú Tecno seguiremos con la lupa puesta sobre los movimientos de este personaje que nunca, jamás, deja indiferente. ¿Crees que Elon Musk abandonará definitivamente la política? ¿Logrará arreglar el desaguisado de X y relanzar Tesla? ¡Te leemos en los comentarios! Y no te olvides de seguirnos en YouTube, Instagram y Facebook para no perderte ni un detalle de la actualidad tecnológica más candente y con más salseo.