
Que no te tiemble el pulso al leerlo. Nvidia. La empresa que hasta hace unos años solo conocían los gamers con demasiado dinero, acaba de hacer historia. Durante la sesión del miércoles, se convirtió en la primera compañía del planeta en tocar los 4 billones de dólares de capitalización bursátil. Sí, has leído bien, BILLONES, con ‘B’ de bestialidad. Ha mirado por el retrovisor a gigantes como Apple y Microsoft y les ha hecho una peineta con un guante de silicio.
Aunque el hito fue efímero y cerró la jornada un poco por debajo, la foto ya está hecha. El mensaje al mundo es claro y atronador: la era del iPhone y de Windows como reyes del mambo ha dado paso a la era de la Inteligencia Artificial.
Y en esta nueva era, Nvidia no es el rey. Es el puto ‘amo’
Nvidia no vende chips. Vende la droga más adictiva y cara del siglo XXI: la computación para la IA. Y todos, desde los capos de Microsoft, Amazon y Google hasta el último wannabe de Silicon Valley, son sus yonquis. Necesitan sus GPUs como un vampiro necesita la sangre, y Jensen Huang, su CEO con chupa de cuero, se pasea por el mundo con la única jeringuilla que funciona.
Los números que provocan vértigo
Hablemos de la pasta, de las cifras que marean. Solo en su último trimestre fiscal, la compañía facturó 44.100 millones de dólares, un 69% más que el año pasado. Sus acciones han subido un 22% en lo que va de año, y eso a pesar de las guerras comerciales y las tensiones geopolíticas. El resultado es que su CEO, Jensen Huang, ya no sabe dónde meter los billetes y se ha colado en el top 10 de las personas más ricas del planeta con un patrimonio de 140.000 millones de dólares.
El futuro parece aún más insultante. Los analistas estiman que el gasto en infraestructura de IA superará los 200.000 millones de dólares en 2028. Y Nvidia, con su monopolio de facto, está sentada en la puerta con el cazo más grande.
Pero no todo es un desfile militar: las grietas en la armadura
Cualquiera diría que son invencibles, pero hasta los titanes tienen un talón de Aquiles. Y el de Nvidia tiene dos nombres: China y la disrupción.
- El muro chino: El Tío Sam le ha prohibido vender sus mejores juguetes (los chips H20) a China. ¿El resultado? Un agujero de 8.000 millones de dólares en ventas perdidas. No es calderilla. Es un recordatorio de que tu negocio depende de lo que decidan un par de señores encorbatados en Washington.
- El susto de DeepSeek: Y luego está la amenaza existencial. En enero, una startup china salida de la nada, DeepSeek, salió gritando que había desarrollado un modelo de IA potentísimo con un coste irrisorio, sin necesidad de las carísimas GPUs de Nvidia. El mercado se cagó por la pata abajo y la acción se tambaleó. Fue la primera vez que alguien se atrevió a preguntar en voz alta: ¿Y si el emperador va desnudo? ¿Y si hay una forma más barata de cocinar la IA?

El veredicto de Gurú Tecno
A pesar de las grietas, el trono de Nvidia parece seguro… por ahora. Su verdadero poder no reside solo en el hardware, sino en su ecosistema de software (CUDA), en el que miles de desarrolladores están atrapados como moscas en una telaraña.
Mientras los mortales debatimos, Jensen Huang lo tiene claro: «sabemos que la IA es esta increíble tecnología que va a transformar todas las industrias… Y estamos al principio de eso”.
Y tiene razón. Nvidia no es una empresa de tecnología. Se ha convertido en el nuevo sistema operativo del progreso humano. Y nosotros solo estamos viendo la pantalla de carga.
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