
Hay una imagen que, hasta hace poco, era impensable: un concesionario de Porsche hasta los topes de coches sin vender, acumulando polvo. Durante décadas, comprar un Porsche ha sido sinónimo de listas de espera, de exclusividad, de un producto que se vendía solo. Pero la arrogancia tiene un precio. Y en su salto a la era eléctrica, Porsche se ha pegado una hostia de realidad tan monumental que sus propios concesionarios están empezando a parecer campas de coches de segunda mano.
La cruda verdad, como se destapa en un vídeo que recorre las exposiciones de la marca, es que los Porsche eléctricos, el Taycan y el nuevo Macan EV, no se venden. Son maravillas de la ingeniería, sí. Pero son maravillas que nadie quiere comprar. En Gurú Tecno, vamos a analizar las claves de este fracaso silencioso.
El síntoma: concesionarios que parecen un ‘outlet’
Lo primero que llama la atención es el inventario. Los concesionarios Porsche, que históricamente operaban con un stock mínimo porque cada coche estaba prácticamente vendido antes de llegar, ahora están repletos de unidades. Y la mayoría de esos «trastos» que no consiguen quitarse de encima tienen una cosa en común: un enchufe en lugar de un depósito de gasolina.
La causa n.º1: el ‘sablazo’ eléctrico que es un insulto a la inteligencia
La razón principal de este fracaso es tan simple como insultante: el precio. Porsche ha decidido que sus coches eléctricos no solo tienen que ser caros, sino absurdamente caros, incluso para sus propios estándares.
- Un Porsche Taycan de 2025 en el concesionario: desde 106.252 euros.
- Un SUV eléctrico (el Macan EV): desde 82000 euros, cuando su equivalente de gasolina, que ya es un coche de lujo, costaba 70.000.
Es la ‘tasa eléctrica’ llevada al extremo. Te venden un coche que, aunque tecnológicamente avanzado, carece del alma y el sonido de un motor de combustión, y encima te pretenden cobrar un 30-40% más por el ‘privilegio’. La gente no es tonta.
La causa n.º2 (y la más importante): la traición al ‘alma’ de Porsche
Y aquí llegamos al meollo de la cuestión, al problema filosófico que en Stuttgart parecen no entender. La gente no se compra un Porsche por su 0 a 100. Se compra un Porsche por la experiencia, por el sonido del motor bóxer de seis cilindros, por la herencia de 60 años de competición. Se compra un 911.
El 911 sigue siendo el rey, un coche que mantiene su valor como si fuera oro y que tiene listas de espera. Los modelos eléctricos, en cambio, son vistos por muchos de los clientes tradicionales de la marca como una herejía, un electrodoméstico rápido pero sin alma. Son coches que compiten en el mismo terreno que un Tesla Model S Plaid, pero costando el doble.

Porsche ha cometido el error de pensar que sus clientes comprarían cualquier cosa con su escudo en el capó. Y se han equivocado. El cliente de Porsche no quiere un iPad con ruedas; quiere una sinfonía mecánica. Y esa sinfonía, de momento, no funciona con baterías.

Conclusión Gurú Tecno: una lección de humildad (carísima) para Porsche
El fracaso comercial de los eléctricos de Porsche es una de las lecciones más importantes para la industria del motor. Demuestra que ni la marca más prestigiosa del mundo puede darle la espalda a sus clientes y a su propia historia.
Han creado coches eléctricos que son, técnicamente, espectaculares. Pero han fracasado a la hora de darles un alma, una razón de ser que justifique sus precios desorbitados frente a la competencia y, sobre todo, frente a sus propios y gloriosos hermanos de gasolina.

Porsche se ha encontrado con una dura realidad: sus clientes más fieles no quieren un Porsche silencioso. Quieren un Porsche. Y mientras sigan sin entender la diferencia, sus concesionarios seguirán pareciendo un parking de coches eléctricos caros y solitarios. Una cura de humildad que les va a costar miles de millones.
¿Crees que Porsche se equivoca con su estrategia eléctrica? ¡Te leemos en los comentarios! Y no te olvides de seguir a Gurú Tecno en YouTube, Instagram y Facebook.