La gasolina sube, el aceite de oliva sube, los refrescos suben… y los smartphones suben y suben. Pero no solo suben un poquito, suben de forma descabellada en un contexto donde la demanda ha caído de forma estrepitosa, siendo la más baja desde 2013 en el último trimestre del pasado año.
La prueba de esta subida de precios la tenemos con el último iPhone. En solo nueve años Apple prácticamente ha doblado el precio de su terminal estrella, y otros grandes del sector, también han incrementado en gran medida el precio de sus smartphones.
Pero no solo es una cuestión de Apple. El segundo fabricante de dispositivos móviles, Samsung, también ha elevado considerablemente el precio de sus buques insignia. Vamos a tomar como referencia el Galaxy S6, que llegó al mercado español con un precio de 699 euros, y que si lo comparamos con el recién presentado Galaxy S23, que ha llegado con un precio base de 959 euros, nos sirven de referencia para damos cuenta de lo que comentamos.
La diferencia es de 260 euros, un incremento que no resulta tan exagerado como el que hemos visto en la gama alta de Apple, pero que no hace más que confirmar que el mercado smartphone que encuentra en una etapa de subida de precios generalizada, y que no parece que esto vaya a cambiar ni a corto ni a medio plazo. Y si nos fijamos en el Galaxy S23 Ultra en su versión más básica, partimos de 1409 euros y nos vamos a los 1829 euros para la versión con 12 GB de RAM y 1 TB de almacenamiento interno. Los precios se acercan a los 2000 euros en la gama alta, un auténtico ¿disparate?, teniendo en cuenta que la mayoría de los usuarios lo utilizan para estar localizado, mandar WhatsApp o acceder a su página web favorita o red social.
¿Qué cuáles son los factores de esta subida de precios? Pues muchos, pero no podemos centrarlo en una cosa en concreta. Uno de esos factores es que se ha convertido en un símbolo de estatus, algo absurdo, pero es una realidad. Por todo ello, la mayoría de los consumidores están dispuestos a gastar cada vez más dinero en su smartphone, porque proyecta una imagen distinta del usuario.
La inflación hace estragos en el coste de cualquier producto
En general, los precios tienden siempre a elevarse. O al menos así debería ser si tenemos en cuenta que el coste de la vida tiende a aumentar cada año. A esto debemos unir el incremento de los costes de fabricación, el impacto de la inflación en la economía y un claro intento de las empresas por mejorar sus márgenes de beneficio y contrarrestar los efectos de las caídas en ventas elevando el precio de sus productos estrella. Aquí no queda otra cosa que vender mucho y barato o poco y caro.
No debemos olvidar, además, que Apple influye enormemente en el comportamiento del resto de marcas tecnológicas. Que Apple elimina el cargador, el resto de marcas también. Que Apple crea un ecosistema con smartphone, smarwatch, tableta y portátil, el resto también, o al menos lo intentan. Que Apple sube el precio de sus dispositivos, pues el resto no va a ser menos.
La tendencia del mercado a día de hoy queda definida por esa subida continuada de precios, y por desgracia parece que ya no habrá marcha atrás. Las últimas filtraciones y rumores apuntan a que el precio de los iPhone 15 y iPhone 16 será mucho más elevado que el de los modelos actuales, y ya sabemos que esto al final acabará marcando el camino a seguir a otros gigantes del sector. Por suerte, parece que no tocas las marcas copiarán este comportamiento de subida desmedida de precios, ya que nos encontramos marcas como POCO y Realme que apuestan por terminales económicos y con una excelente relación calidad/precio.
A día de hoy es la incertidumbre lo que marca la demanda, pero si esta tendencia mostrada en 2022 no para, no será raro ver como la media de los precios sigue aumentando. La duda es, ¿seguirá mereciendo la pena comprar un gama alta? Lo dudamos.
