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El arma SECRETA de OpenAI: sus ingenieros más valiosos son un misterio que no pueden revelar

agosto 5, 2025

En la guerra fría y multimillonaria que se libra por la supremacía en la Inteligencia Artificial, las armas no son los algoritmos ni los centros de datos. Son los cerebros. El talento de alto nivel se ha convertido en un recurso estratégico tan valioso que las empresas lo protegen como si fueran secretos de estado. Y OpenAI acaba de dejarnos ver, por un descuido, hasta qué punto llega su paranoia.

En un reciente podcast llamado «Antes de la IA General» (Before AGI), dos de los pesos pesados de OpenAI, Szymon Sidor y Jakub Pachocki, tuvieron una conversación que ha revelado más por lo que se calla que por lo que se dice.

«No menciones nombres»: el lapsus que lo revela todo

Durante la charla, el investigador Szymon Sidor estaba explicando la importancia crítica de la depuración de modelos, el complejo arte de encontrar y arreglar los fallos en el razonamiento de una IA. Hablando de su equipo, soltó la frase clave:

«Hemos reclutado a un grupo de personas excelentes que son muy buenas en la depuración… son algunos de los empleados más valiosos de OpenAI«.

Justo cuando iba a dar más detalles, su compañero le cortó en seco con un tenso: «No menciones nombres». Unas risas incómodas llenaron el estudio. Posteriormente, el episodio en vídeo fue eliminado de YouTube y X, dejando solo la versión de audio. El mensaje era claro: la identidad de estos «depuradores» es un secreto de estado.

¿Por qué son tan importantes estos ingenieros fantasma?

Un modelo de IA como GPT-4 o GPT-5 no es un programa normal. Es una red neuronal tan compleja que a menudo sus propios creadores no entienden por qué da una respuesta u otra. Es una «caja negra». Los «depuradores de modelos» no son simples programadores. Son una especie de psicólogos de IAs. Su trabajo es meterse en las entrañas de esa caja negra, entender por qué la IA se inventa cosas, por qué falla en un problema de lógica o por qué tiene sesgos.

Son los que convierten a un genio loco y errático en una herramienta fiable. En un mundo donde los modelos son cada vez más grandes y potentes, la capacidad de refinar y controlar a la bestia es el verdadero cuello de botella. Y la gente que sabe hacer eso es increíblemente escasa y, por tanto, absurdamente valiosa.

El veredicto del Gurú: una guerra a golpe de talonario

La paranoia de OpenAI está más que justificada. Están inmersos en una sangrienta guerra por el talento contra gigantes como Meta y Google. Mark Zuckerberg, en su afán por no quedarse atrás, ha elaborado listas de «estrellas de la IA» y está intentando ficharlas a golpe de talonario. El propio Sam Altman, CEO de OpenAI, ha admitido que Meta ha llegado a ofrecer paquetes salariales de 100 millones de dólares para robarle a sus mejores investigadores.

Y a veces, lo consiguen. Figuras clave de OpenAI como Shengjia Zhao, uno de los cocreadores de ChatGPT, ya han sido fichados por Meta para liderar sus nuevos laboratorios. Cada ingeniero de élite que se va no solo es una pérdida para OpenAI, sino que es un arma que le entregan directamente a su mayor rival.

Así que la próxima vez que uses ChatGPT, recuerda que detrás de esa respuesta coherente no solo hay un algoritmo. Hay un equipo de «ingenieros fantasma», los empleados más valiosos de OpenAI, cuyo nombre nunca sabremos porque son el arma secreta en la guerra más importante del siglo XXI.

¿Es esta guerra por el talento sostenible o estamos ante una burbuja a punto de estallar? ¿Podrá OpenAI retener a sus estrellas frente a los cheques en blanco de Zuckerberg? El futuro de la IA se decide en los despachos de recursos humanos. Te leemos en los comentarios y en nuestras redes. ¡Únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.

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