
Jensen Huang, el CEO de NVIDIA con su icónica chaqueta de cuero, es hoy el hombre más poderoso de la industria tecnológica. Su compañía no solo domina el mercado de la IA, es el mercado. Cada palabra que dice es analizada por inversores y gobiernos como si fuera un oráculo. Y en su última visita a Taiwán, el oráculo ha hablado. Y lo que ha dicho es una brutal y honesta declaración de dependencia.
En una serie de declaraciones a la prensa, recogidas por medios de todo el mundo, Huang no solo ha colmado de elogios a su socio de fabricación, TSMC, sino que ha ido un paso más allá. Ha afirmado que «la gratitud de NVIDIA hacia TSMC es indescriptible» y que todo el que compre acciones de la compañía taiwanesa es «gente inteligente». Es la admisión pública más clara hasta la fecha de que el imperio de NVIDIA, valorado en billones de dólares, se asienta sobre los hombros de un único y gigantesco titán.
De Blackwell a Rubin: el futuro se forja en Taiwán
Esta no es una simple relación cliente-proveedor. Es una simbiosis. Huang ha confirmado que la producción de su actual bestia, el chip Blackwell Ultra, ha sido un «éxito total» gracias a la calidad y el compromiso de TSMC.

Pero lo más importante es lo que ha revelado sobre el futuro. La próxima y aún más potente generación de chips de IA, con nombre en clave Rubin, ya está en sus primeras fases de producción en las fábricas de TSMC. Hablamos de una plataforma completa de seis nuevos chips, incluyendo una nueva GPU, la CPU «Vera Rubin» y múltiples interfaces de red. El futuro de la inteligencia artificial, el que veremos en 2026 y 2027, se está cocinando ahora mismo en los hornos de Taiwán.
Una jugada geopolítica en la guerra de los chips
Las declaraciones de Huang son también una jugada maestra de ajedrez geopolítico. En un momento en que Estados Unidos y China libran una guerra sin cuartel por el control de los semiconductores, el CEO de la compañía más importante de EEUU está reforzando pública y explícitamente su alianza con Taiwán. Al alabar a TSMC y confirmar que sus futuros productos dependen de ellos, está enviando un mensaje muy claro a Washington, Pekín y al resto del mundo: la cadena de suministro de la IA pasa, inevitablemente, por esta isla. Y con los planes de TSMC de expandir su producción a Estados Unidos (con el apoyo explícito de NVIDIA), esta alianza transpacífica se volverá aún más profunda e inquebrantable.
La simbiosis del poder
La visita de Jensen Huang a Taiwán ha servido para escenificar la relación de poder más importante de la economía del siglo XXI. NVIDIA tiene el software (CUDA) y los diseños de los chips que todo el mundo necesita. TSMC tiene las fábricas y la tecnología de fabricación que nadie más en el planeta puede igualar. Son dos caras de la misma moneda. Ninguno puede existir sin el otro. Y juntos, han creado un monopolio de facto sobre la infraestructura de la inteligencia artificial. La reverencia de Huang no es solo gratitud. Es un reconocimiento pragmático de la realidad. Sabe que para seguir siendo el rey, necesita que la fábrica de reyes, TSMC, funcione a pleno rendimiento.
¿Crees que la dependencia de NVIDIA en TSMC es un riesgo o una fortaleza? ¿Podrá algún otro fabricante de chips competir con esta alianza? El futuro de la tecnología se decide en esta pequeña isla. Déjanos tu opinión en los comentarios y únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.