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Gurú Tecno

¿Cargar el eléctrico en 5 minutos? BYD y Zeekr desafían las leyes de la física (y la paciencia)

abril 16, 2025

La mayor cruz del coche eléctrico, esa espera eterna junto a un poste mientras tu batería sorbe kilovatios como si no hubiera un mañana, ¡podría tener los días contados! O eso nos quieren vender desde el Lejano Oriente. Los gigantes chinos BYD y Zeekr han soltado la bomba: ¡cargas ultra-mega-rápidas de 5 y 9 minutos! Sí, has leído bien. Menos de lo que tardas en tomarte un café aguado en la estación de servicio. ¿Estamos ante la revolución definitiva o ante la campaña de marketing más agresiva desde el anuncio de la Thermomix? ¡Vamos a desgranarlo!

Las promesas que rompen el cronómetro

Imagínate la escena: llegas a la electrolinera, enchufas, y antes de que termines de enviar un WhatsApp, ¡zas!, tienes para cientos de kilómetros. Eso es lo que pregonan los titanes chinos, lanzando cifras que parecen diseñadas para reventar los estándares actuales. Por un lado, el gigante BYD soltó la bomba en marzo con una nueva plataforma tecnológica que, según dicen, te da 400 km de autonomía en unos irrisorios 5 minutos. ¡Cinco! Casi al mismo tiempo, Zeekr, una marca que está a punto de desembarcar en España este 2025 y que ya genera expectación con su pintón SUV Zeekr 7X, había anunciado en febrero que su criatura recupera el 80% de la batería en apenas 9 minutos.

Son números que suenan a desafío directo a las leyes de la física y, sobre todo, a la paciencia del conductor eléctrico medio, acostumbrado a planificar paradas mucho más largas. Si estas promesas se materializan en el mundo real, estaríamos hablando de un golpe de efecto brutal que eliminaría de un plumazo una de las grandes barreras psicológicas para la adopción masiva del coche eléctrico.

Ingeniería brutal detrás de todo

Pero, ¿cómo demonios se consigue semejante milagro? Olvídate de la magia, aquí hay (o debería haber) ingeniería de la gorda trabajando a pleno rendimiento. La clave fundamental reside en arquitecturas eléctricas de altísimo voltaje, dejando atrás los 400V estándar para saltar a los 800V e incluso coquetear con los 900V o más, como se rumorea que investiga BYD.

Elevar el voltaje permite transferir la misma potencia con menos intensidad, lo que se traduce en una reducción del calor generado y la posibilidad de usar cables más finos o, lo que es más importante aquí, manejar flujos de energía mucho más brutales. Recordamos para los más técnicos que la potencia es el producto del voltaje por la intensidad: P = V · I

Claro que esto exige, a su vez, baterías especialmente diseñadas para soportar semejante estrés térmico y químico sin inmolarse en el proceso. Hablamos de químicas avanzadas, quizás nuevas formulaciones LFP (Litio-Ferrofosfato) más resistentes o incluso desarrollos futuros como el estado sólido, que además necesitan sistemas de refrigeración propios de un reactor nuclear para no sobrecalentarse. Y por supuesto, de nada sirve un coche preparado para beberse un río de electrones si el grifo es un cuentagotas: se necesitan supercargadores con potencias hoy casi inexistentes comercialmente, muy por encima de los 350 kW actuales, quizás rozando el megavatio. Una infraestructura de carga que, seamos sinceros, hoy por hoy es pura ciencia ficción fuera de contados laboratorios o instalaciones experimentales.

La cruda realidad: donde el marketing choca con el enchufe

Ahora, pisa el freno de la emoción y volvamos al mundo real, porque aquí es donde las brillantes promesas suelen chocar con la tozuda realidad. Esos tiempos de carga de récord que anuncian las marcas suelen obtenerse en condiciones de laboratorio muy específicas, quizás en un rango de carga ideal (del 10% al 80%, por ejemplo, que no es una carga completa) y a temperaturas ambientales óptimas, cifras que raramente se replican en el día a día de un conductor normal con prisas, frío o calor.

Además, la famosa ‘curva de carga’ dicta que la máxima potencia solo se mantiene durante una parte del proceso; luego el ritmo decae inevitablemente para proteger la integridad de la batería. Y esa es otra cuestión clave: someter las celdas a semejantes chutes de energía genera un calor tremendo, el principal factor de degradación que acorta la vida útil de la batería. ¿De qué sirve cargar en 5 minutos si te cargas una batería carísima en dos años por abusar del «modo turbo»? A todo esto se suma la casi total ausencia de una infraestructura pública capaz de suministrar esas potencias estratosféricas de forma generalizada y el coste prohibitivo que tendrían, al menos inicialmente, tanto los vehículos equipados con esta tecnología como la instalación y el uso de dichos super-cargadores. La realidad, como siempre, es mucho menos glamurosa que el titular.

¡Calma y enchúfalo (con paciencia)!

A ver, que no nos malinterpreten: la dirección que marcan estas noticias es la correcta y necesaria. Reducir los tiempos de carga es VITAL para que el coche eléctrico conquiste definitivamente al gran público. Y que BYD, Zeekr y otras marcas chinas estén apretando las tuercas de esta manera es estupendo para el mercado, porque obliga a los fabricantes tradicionales (europeos, americanos, coreanos…) a espabilar y a acelerar sus propios desarrollos. ¡Bendita competencia!

PERO… de ahí a decir que en 2025 vamos a estar cargando nuestros coches eléctricos en 5 minutos de forma habitual en cualquier esquina, va un trecho muy largo. Ahora mismo, huele más a demostración tecnológica, a una potente herramienta de marketing para acaparar titulares y generar expectación, que a una realidad palpable y accesible para el usuario medio a corto plazo. Es una declaración de intenciones brutal, una forma de decir «aquí estamos los chinos y venimos a por todas», pero la física de las baterías, la química de los materiales y, sobre todo, el estado actual de la infraestructura de carga y la economía asociada, imponen sus propios límites temporales.

Nos están vendiendo el futuro del coche eléctrico con entrega casi inmediata, pero la carretera para llegar a esa utopía de la carga instantánea aún está llena de baches, curvas cerradas y postes de carga desesperantemente lentos. Celebramos el avance tecnológico y aplaudimos la ambición desmedida… pero mantén una sana dosis de escepticismo ante los milagros tecnológicos instantáneos, sobre todo cuando vienen envueltos en una brillante y calculada campaña de marketing. Seguiremos informando y, por supuesto, midiendo tiempos de carga reales en cuanto tengamos ocasión (¡y un cargador compatible!).

Y tú, ¿te crees lo de los 5 minutos? ¿Marketing descarado o el inicio de una verdadera revolución en la movilidad eléctrica? ¡Déjanos tu opinión cargada de voltaje en los comentarios aquí abajo y en nuestras redes sociales!

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