
Tu iPhone, ese objeto de deseo que llevas pegado a la mano, ese prodigio de diseño supuestamente californiano, lleva un Made in China (o Assembled in China) tatuado a fuego en sus entrañas. Y aunque hoy nos parezca lo más normal del mundo, la historia de cómo Apple acabó dependiendo masivamente de las megafábricas chinas es un relato de ambición, necesidad, pragmatismo y, para algunos, una «traición» al sueño original de Steve Jobs. ¿Siempre fue este el plan? Ni de lejos. Jobs soñaba con otra cosa, pero la cruda realidad económica y un tal Tim Cook, con su mente de genio de las operaciones, tenían otros planes.
Mientras hoy Apple intenta diversificar su producción a la desesperada para esquivar tensiones geopolíticas y la competencia local feroz en China, los cimientos de esta profunda dependencia se forjaron hace décadas, marcando un antes y un después en la compañía de la manzana mordida.
El sueño californiano de Jobs: control total y un poco de contradicción
Steve Jobs era, por encima de todo, un control freak. Quería dominar cada aspecto de sus productos, desde el software hasta el último tornillo del hardware. Según empleados que trabajaron codo con codo con él, Jobs no confiaba en que ningún proveedor tuviera los conocimientos necesarios para construirlo y se mantuvo firme en su creencia original de que controlar el hardware significaba construirlo. La externalización, al principio, no entraba en sus planes.
Durante su «exilio» en NeXT, la empresa que fundó tras su primera salida de Apple, llegó a afirmar con orgullo que una de sus cosas favoritas de sus ordenadores era que «no estaban hechos en Osaka», un claro ejemplo de su visión inicial de mantener la producción lo más cerca (y controlada) posible.
Sin embargo, la realidad es tozuda. Apple ya había tenido que sucumbir a externalizaciones tácticas para productos como los primeros iMac. E incluso Robert Brunner, el entonces jefe de diseño de Apple, admitió que el PowerBook 100, fabricado para Apple por la japonesa Sony, fue «un mejor producto» que los modelos 140 y 160 que Apple fabricó internamente. Primeras grietas en el sueño del «Made in California».
La crisis que lo cambió TODO (y la llegada del ‘mago de las operaciones’)
A finales de los 90, Apple estaba al borde del abismo. En marzo de 1996, la compañía anunció unas pérdidas catastróficas de 700 millones de dólares. Fred Anderson, el director financiero de la época, lo describió como una «espiral de muerte». La salvación empezó a tomar forma con el regreso de Steve Jobs y, crucialmente, con la llegada de un fichaje estratégico en 1998: Tim Cook.
Jobs buscaba en Cook todo aquello en lo que él no era bueno o, directamente, «no le importaba pensar»: la gestión de la cadena de suministro, la optimización de inventarios, la eficiencia operativa. Jobs ponía la visión y la magia del producto; Cook tenía que encontrar la manera de que esa magia se fabricara a gran escala, a un coste razonable y llegara a las tiendas a tiempo.
China entra en escena: la solución inevitable (y tentadora)
La compleja cadena de suministro del icónico iMac G4 («la lamparita»), con componentes provenientes de hasta seis países asiáticos diferentes, demostró ser «ineficaz, lenta y costosa». Apple necesitaba consolidar y optimizar. Y como se cuenta en el libro «Apple in China» de Patrick McGee, «solo había un lugar al que acudir». Incluso antes de que el iMac G4 saliera a la venta, Apple ya estaba presionando a sus socios, desde Singapur hasta Japón, para que establecieran operaciones en China. El gigante asiático emergía como la solución.
Foxconn y Terry Gou: la apuesta «kamikaze» que lo cambió todo (para bien y para mal)
Y aquí es donde entra en juego un personaje clave: Terry Gou, el implacable fundador de Foxconn. Viendo los problemas de Apple, Gou no se lo pensó dos veces: llamó directamente a Tim Cook y, según se cuenta, le dijo con una rotundidad pasmosa: «Puedo arreglar esto».
Gou estaba obsesionado con hacer lo que fuera necesario para que Apple triunfara, incluso a costa de sacrificar su vida personal y, por extensión, la de sus miles de empleados. Los ingenieros de Apple que visitaron las primeras instalaciones de Foxconn se quedaron absolutamente perplejos ante lo que se bautizó como la «velocidad de China»: una capacidad para movilizar recursos, construir infraestructuras y producir a un ritmo que resultaba incomprensible para los estándares occidentales. Gou prometió tener listo el utillaje para el iMac en solo 25 días, cuando lo habitual eran 12 semanas. Jon Rubinstein, una figura importante en el diseño del iPod, contó la anécdota de cómo Gou, señalando un solar vacío, le dijo: «Aquí está tu fábrica». Meses después, la fábrica estaba operativa y produciendo a pleno rendimiento.
El precio del «milagro chino»: Las «viudas de Apple» y el programa para evitar divorcios
China ofrecía a Apple lo que nadie más podía en ese momento: «ejércitos de mano de obra asequible y disponible» que permitían llevar a cabo diseños de producto cada vez más intrincados, complejos y sin apenas restricciones de fabricación. Era la gallina de los huevos de oro para una empresa que quería innovar en diseño constantemente.
Sin embargo, este «milagro» tuvo un coste humano brutal, especialmente para los propios ingenieros de Apple. Las semanas laborales de ochenta horas y la necesidad constante de estar en Asia, supervisando la producción, provocaron un estrés masivo en su salud mental y en sus matrimonios. De esta situación nació el triste término de «las viudas de Apple» (esposas de ingenieros que apenas veían a sus maridos) y, como respuesta interna de la compañía, el llamado DAP (Divorce Avoidance Program), un intento de mitigar los efectos de esa dedicación extrema. «Diseñar el futuro y cambiar el mundo tenía un precio personal altísimo para muchos en Apple».
El iPhone: el clavo definitivo en el ataúd del sueño «made in California»
Si el iMac y el iPod sentaron las bases, el iPhone (conocido internamente en sus inicios como el Purple Project) fue el punto de no retorno. Chip Hills, un ejecutivo clave en las operaciones de Apple, eligió a Foxconn como el socio principal para la fabricación del primer iPhone. Fue una decisión fundamental que selló la profunda dependencia de Apple con China y sus mega-fábricas.

Hoy en día, cualquier esfuerzo de la compañía de Cupertino por diversificar significativamente su producción fuera de China (hacia India, Vietnam u otros lugares) resulta enormemente costoso y complejo, lo que no hace más que subrayar la profundidad de esa dependencia original que, quizás, Steve Jobs en sus inicios no contempló en toda su magnitud.
Conclusión Gurú Tecno: el legado de Jobs vs. el Pragmatismo de Cook – ¿Quién tenía razón (o más necesidad)?
La historia de la fabricación del iPhone es la historia de una tensión constante entre la visión idealista y el pragmatismo económico. Steve Jobs soñaba con un control casi artesanal sobre sus productos, quizás con una ingenuidad propia de un visionario. Tim Cook, el maestro de las operaciones, vio en China la oportunidad (y la necesidad imperiosa, dada la crisis de Apple) de escalar la producción a niveles nunca vistos, con una eficiencia y unos costes que permitieron al iPhone conquistar el mundo.
El resultado de esa simbiosis con Foxconn y la «velocidad china» fue un éxito comercial sin precedentes que convirtió a Apple en la empresa más valiosa del planeta. Pero también forjó una dependencia tan profunda del gigante asiático que hoy, en un mundo de crecientes tensiones geopolíticas y competencia feroz, se ha convertido en una vulnerabilidad estratégica.
Jobs, irónicamente, tampoco parecía tener mucha fe inicial en un iPhone «Made in USA», como tampoco la tuvo en su momento con la capacidad de China para cumplir sus estándares. Resultó estar equivocado sobre lo segundo. ¿Se cumplirá algún día su sueño original de un iPhone fabricado en California, o el «Made in China» (o India, o Vietnam…) es ya una realidad ineludible para el producto estrella de Apple? La historia, como siempre, aún no ha terminado de escribirse, pero una cosa está clara: ese logo de la manzana mordida lleva mucho más que diseño californiano en su ADN.
¿Crees que Apple debería hacer un esfuerzo real por fabricar el iPhone en Occidente, aunque sea más caro? ¿O la eficiencia china es imbatible? ¡Te leemos en los comentarios! Y no te olvides de seguir a Gurú Tecno en YouTube, Instagram y Facebook para más historias y análisis sin pelos en la lengua sobre el mundo de la tecnología.