
En el salvaje mundo de los coches eléctricos, a veces los planetas se alinean para crear la tormenta perfecta. Y eso es exactamente lo que está viviendo Tesla ahora mismo en Estados Unidos. Una combinación de pánico comprador, una ley gubernamental a punto de expirar y un truco de última hora ha provocado una avalancha de demanda tan brutal por el Model Y que los inventarios se están agotando y la compañía ya se frota las manos planteándose subir los precios.
La mecha de esta explosión es la inminente finalización del crédito fiscal federal de 7.500 dólares para vehículos eléctricos en Estados Unidos, que expira el próximo 30 de septiembre. Durante meses, los compradores han estado en una carrera contrarreloj para recibir su coche antes de la fecha límite y no perder la ayuda. Pero un cambio de última hora en las reglas del juego lo ha cambiado todo.
El «truco» del gobierno que ha desatado la locura
El Servicio de Impuestos Internos (IRS) de EEUU, en una decisión que ha sido música para los oídos de Tesla, ha ajustado las normas. Ahora, a los clientes les basta con firmar un contrato legalmente vinculante y pagar un pequeño depósito antes del 30 de septiembre para asegurarse el crédito fiscal, incluso si reciben el coche meses después.
¿El resultado? Un tsunami de pedidos de última hora. La gente se ha lanzado en masa a firmar contratos para no perder los 7.500 dólares, provocando que el inventario de Model Y en muchas zonas de Estados Unidos, como Austin (Texas), haya caído a cero.

A río revuelto, ganancia de fabricante
Y aquí es donde entra la fría y calculadora lógica empresarial de Tesla. Con una demanda disparada y los inventarios bajo mínimos, un alto ejecutivo de la compañía, Raj Jegannathan, ya ha admitido en la red social X que se están planteando una «pequeña subida de precio» para el Model Y.

Es una jugada de manual, tan cínica como brillante. Usan la propia urgencia del mercado, creada por el fin de una ayuda gubernamental, para subir sus precios y aumentar sus márgenes de beneficio. La amenaza de una subida de precio, además, crea aún más pánico entre los compradores indecisos, que se apresurarán a pedir el coche antes de que cueste más. Es un círculo vicioso perfecto para las arcas de Tesla.

El veredicto del Gurú
Esta situación es un ejemplo magistral de cómo Tesla sabe jugar en el límite de las reglas. Están aprovechando una situación regulatoria para maximizar sus beneficios y asegurarse uno de los mejores trimestres de entregas de su historia reciente.
Sin embargo, la jugada es arriesgada. Una subida de precio, por pequeña que sea, puede ser vista como un acto de oportunismo y enfadar a muchos clientes potenciales. Ya lo vimos recientemente con los Model S, X y Cybertruck, donde tuvieron que justificar la subida con un «Paquete de lujo» que incluía FSD y Supercarga de por vida.
La situación actual es una olla a presión. Los compradores corren para asegurarse el crédito fiscal, Tesla corre para aumentar la producción y, mientras tanto, coquetea con la idea de subir los precios para sacar aún más tajada. La guerra por el coche eléctrico no solo se libra en la tecnología, sino también en la psicología del mercado. Y en ese terreno, Tesla siempre ha sido el jugador más agresivo.
¿Te parece legítimo que Tesla suba los precios ante un pico de demanda causado por el fin de una ayuda? ¿O es una jugada moralmente cuestionable? El debate está servido. Déjanos tu opinión en los comentarios y únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.