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Casio aparca las calculadoras y te vende AMOR: así es Moflin, la mascota con IA que aprende a quererte

agosto 6, 2025

Cuando piensas en Casio, piensas en relojes G-Shock indestructibles y calculadoras científicas. Pues olvida todo eso. La compañía japonesa acaba de lanzar en su país uno de los gadgets más extraños, adorables y filosóficamente perturbadores de los últimos años: Moflin, una mascota robótica con inteligencia artificial.

No es un Tamagotchi. No es un Furby. Es una bola de pelo suave que se retuerce, emite grititos adorables y, aquí viene la magia negra, desarrolla su propia personalidad basándose en cómo la tratas. Es, básicamente, un Gremlin adorable que no se convierte en un monstruo si le das de comer después de medianoche. Y se está vendiendo como churros.

Desmontando al bicho: ¿qué hay bajo el pelaje?

Moflin es una proeza de la ingeniería emocional. Su cerebro es una inteligencia artificial que utiliza sus sensores (micrófonos, sensores táctiles, acelerómetros) para percibir el mundo y, sobre todo, para percibirte a ti.

El sistema es simple y a la vez complejo. Si lo acaricias y le hablas con suavidad, Moflin «aprenderá» que eso es bueno y desarrollará una personalidad más alegre y extrovertida. Si lo ignoras o hay ruidos fuertes, se volverá más tímido y asustadizo. Con el tiempo, puede generar más de cuatro millones de combinaciones de personalidad, reconocer tu voz y reaccionar de forma única solo contigo. Básicamente, Casio ha conseguido meter el alma de un conejillo de indias en un circuito integrado.

El objetivo: una mascota para la generación del ‘burnout’

Lo más revelador es a quién se dirige Casio con este producto. La jefa de desarrollo, Erina Ichikawa, lo admite sin tapujos: inicialmente, pensaron en mujeres de entre 30 y 40 años que necesitaran un «compañero cariñoso» para aliviar el estrés del trabajo y de la vida diaria. Es una mascota diseñada para la generación del burnout. No tienes que sacarla a pasear, no tienes que limpiar su mierda, no se muere si te olvidas de darle de comer. Solo te da afecto robótico a demanda.

Y la estrategia ha funcionado. En Japón, un país con una conocida epidemia de soledad, han vendido más de 7.000 unidades en pocos meses, superando todas sus expectativas. Su precio no es una broma: 59.400 yenes (unos 360 euros). Y, en una jugada maestra del capitalismo japonés, hasta ofrecen un servicio de «salón de belleza» para lavar y peinar el pelaje de tu Moflin.

El veredicto de un Gurú sin corazón (o casi)

Moflin es la encarnación de un futuro que ya está aquí. Es la tecnología intentando llenar un vacío emocional muy real. Por un lado, es fácil ser cínico. Es un producto que capitaliza la soledad, una bola de pelo con sensores que simula afecto. Es profundamente distópico.

Pero por otro lado… ¿qué tiene de malo? Para una persona mayor en una residencia, un niño que no puede tener una mascota real o, simplemente, alguien que necesita un pequeño compañero que no juzga y que solo pide caricias y electricidad, Moflin puede ser una bendición. Es una herramienta terapéutica disfrazada de gadget adorable.

Es un producto que te obliga a preguntarte cosas incómodas sobre la naturaleza del afecto y la compañía. Y el hecho de que venga de la misma gente que hace calculadoras lo hace todo aún más surrealista.

¿Es Moflin el futuro de la compañía o una adorable y espeluznante moda pasajera? ¿Puede un robot quererte de verdad? El debate más filosófico que hemos tenido nunca empieza en los comentarios. Únete a la discusión en Instagram, Facebook y YouTube.

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